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José Antonio Pastor González

Además de 3-papá, escalo las montañas del sur, hago cuentas en gravitación y escribo en zibaldone.

url: www.japg.es — mail: josepastor[at]japg.es

Presentación

Muy buenas. Desconozco el motivo que te ha traído a esta web pero, ya que estás aquí, siéntete como en casa. Me llamo José Antonio Pastor González (suelo abreviarlo con Jose Pastor, con acento en la o y sin tilde en la e) y nací en Cieza, un pueblo de Murcia entre bancales de melocotones y chatos.

Esta foto está tomada por mi hija Alma de 4 años en las Casas de Aledo, un lugar mágico de la Oróspeda donde se escucha el agua de la fuente en el lavadero mientras el viento mece las puntas de los chopos. Autofoto de José Antonio Pastor González.

Yendo al grano, creo que un hombre se define por sus actos y los míos son los siguientes: 1) junto a Lourdes, soy papá de tres criaturas maravillosas a las que dedico mucho tiempo; 2) Esta frase la he tomado prestada del gran Gaston Rébuffat: el alpinista es quien conduce su cuerpo allá donde un día sus ojos lo soñaron.subo montañas a pata, escalando y con la bici, necesito poner mis pies en el lugar que una vez mis ojos soñaron; y 3) me gano la vida pensando, resolviendo problemas de espacios, tensores y métricas a la vez que enseño a mis estudiantes lo bonita que es la ciencia.

Estas palabras las utilizó Pablo VI en su testamento donde explica lo siguiente: dolorosa porque siempre se vive cuesta arriba, dramática porque en cada instante nos jugamos nuestro destino y magnífica porque todo es un don.He aprendido que la vida es así: dolorosa, dramática y magnífica. Ciertamente, tenemos muy poca capacidad para influir en el vasto devenir de los acontecimientos, pero sí existe la posibilidad de elegir cómo afrontar las cuestas.


Los dientes me salieron trepando a las higueras y saltando con una cuerda por encima de las acequias. Sin embargo, mis ojos siempre miraban hacia la raya del horizonte en el que un mundo de montañas se levantaba justo por donde se marchaba el sol.

La primera vez en la sierra.Me hice mayor subiendo sierras pequeñas al lado de casa. Encaramado por los cerros domésticos, dejaba marchar los días entre los espartos y los pinos y me apostaba vigilante en las rocas para desentrañar todo el misterio que encierra el atardecer.Presentación del libro Cieza, aventura natural.

Mi relación con las montañas

Las montañas no son estadios donde satisfago mi ambición de logros, son las catedrales donde practico mi religión. Yo voy a ellas como las personas van a la oración. Desde sus majestuosas cimas veo mi pasado, sueño el futuro y, con una inusual agudeza, experimento el momento presente, mi visión se aclara, mis fuerzas se renuevan. En las montañas yo celebro la creación. En cada viaje (a ellas) nazco de nuevo.

Epitafio en la lápida de Anatoli Bukreev, a los pies del Annapurna.

Corredor diagonal o izquierdo del Alhorí.Uno de los aspectos que más me atrae de la montaña es que es sincera y te pone siempre en tu lugar. Puedes vacilar un tiempo aquí y allá, puedes contar historias en las redes sociales y dártelas de mega estrella en los foros pero al final coge ella y de la forma más inesperada y brusca, en la intimidad severa de una norte o un corredor helado, va y te dice: chacho quieto que de aquí ya no vas a pasar.

Esto que os estoy contando es, en el fondo, el relato del juego en el que andamos: una lucha continua en la que intervienen a partes iguales nuestros miedos y nuestras ilusiones.


Y entre tanto, quizás, un poco de lírica montañera.Estando allá arriba, las cosas del mundo parecen bastante fútiles, muy accesorias y nada definitivas. Desde la cumbre intuyo que lo decisivo puede resumirse en unas pocas palabras, en unos gestos: quizás el abrazo que nos damos al alcanzar la cima o quizás el reflejo del sol poniente en unos rostros muy cansados, reventados pero felices de sentir el áspero roce, la dura corteza de esta vieja madre que nos acoge, nos mima y acaba por hacernos creer que somos sus dueños.

El Puntal del Goterón define la Alcazaba por su flanco oriental al atardecer. Se trata de uno de los 3 miles más hermosos de Sierra Nevada. El Puntal del Goterón define la Alcazaba por el este al atardecer. Se trata de uno de los 3 miles más hermosos de Sierra Nevada.

(Atrevida ignorancia que nos impide reconocer que, simplemente, somos una ínfima partícula que está dentro de una minúscula roca, de un peñasco perdido en la ladera insondable de alguna cima, montaña oculta en el entramado laberíntico de una cordillera muy, muy lejana.)


Manos frías en la arista de Goûter.Cuando, por vez primera, nos derrotó el Mont Blanc, tomamos una foto al final del descenso. Me llama especialmente la atención mi rostro, cansado, serio, ensimismado. También mi mano izquierda: extendida sobre las rodillas buscando el calor del sol y el contacto con mi peto negro que había absorbido parte de esa radiación.

La mansedumbre de esa mano, la laxitud con la que se apoya en la rodilla, refleja de modo fidedigno nuestra actitud frente a la montaña: nos plegamos a sus designios para no ser sometidos a su crueldad.


El camino.Desde siempre, he vivido obsesionado con una idea: el camino.

No me refiero a alguno en particular, sino que pienso en cualquier franja estrecha de tierra a la que se le pueda nombrar de esa forma. El camino entre dos puntos no tiene sentido por los extremos que une, sino por los lugares por los que discurre. Éstos le confieren su valor y exclusividad.

Un buitre leonado sobrevuela la cumbre de las Banderillas, en la Sierra de Segura. Un buitre leonado sobrevuela la cumbre de las Banderillas, en la Sierra de Segura.

Necesito escribir sobre los caminos que he recorrido: los paisajes contemplados, los árboles que jalonaban el borde, las luces que iluminaban las extensiones y los campos.

Pero para poder hablar sobre estas cosas con propiedad hay que haberlas vivido con mucha tranquilidad, sufriendo cada cuesta, atendiendo a todas las perspectivas, repasando las vistas y soñando lo visionado.

Se trata de tener paciencia y andar suavemente escuchando el latir tranquilo del tiempo en las sienes del cielo.

Uno de los chopos que hay en Vado Carretas, en el paso de la Cañada del Mesto, cuando cruza el río Guadalentín bajo los farallones de la Cabrilla. Uno de los chopos que hay en Vado Carretas, en el paso de la Cañada del Mesto, cuando cruza el río Guadalentín bajo los farallones de la Cabrilla.

Si uno es capaz de imaginar lo provisional del espacio que atraviesa un camino, entonces advierte que el camino, en realidad, se encuentra en el interior del que lo anda.

(Cuando hago esta afirmación, me refiero a la extraña y finísima sensación que, desde la atalaya más alta, se puede apreciar en las piedras, horizontes y vaguadas.)

¿A qué te dedicas?

Vivir consiste, en primer lugar, en expresarnos, en desarrollar nuestras capacidades, en experimentar nuestra humanidad. Las más importante de las capacidades del ser humano es la de establecer un sentido.

Yo no he alcanzado el éxito por ser especialmente fuerte o valiente; yo hago, ante todo, que mi quehacer tenga sentido. Y a lo largo de este proceso me he convertido en lo que soy, mucho menos por mis éxitos que por mis frecuentes fracasos.

Reinhold Messner en Mover montañas.

Si, a día de hoy, me preguntaras: ¿a qué te dedicas? Pues no sabría responderte nada concreto. Como ya he contado más arriba, me he pasado toda la vida haciendo montañas, intentando descubrir el horizonte que había detrás del siguiente collado o procurando avistar la otra vertiente al ganar la cima.

(También explorando las claves de mi mundo interior, de mis propios límites, hurgando entre mis miedos y mis dudas cuando te enfrentas a una realidad que te supera y envuelve.)

En el corredor central a la norte del Buitre, en la Sierra Nevada de Almería. Travesía delicada a derechas tirando de puntas. En el corredor central a la norte del Buitre, en la Sierra Nevada de Almería. Travesía delicada a derechas tirando de puntas.

El caso es que ahora ando más tiempo por el valle. Tengo mis razones de peso y a ellas me agarro cuando regreso a la severidad de una cara norte, a las pendientes imposibles o a la sombra de una tapia. Estos motivos son ahora mi mayor tesoro, la más clara luz, la más nítida certeza de que hay cosas absolutas que siempre van a merecer la pena.

Incluso más que mi mundo de montañas.


Que siempre me he considerado un tipo con suerte es algo que recuerdo desde que tengo uso de conciencia. Cuando llegaron mis cachorros todo cambió de forma drástica y, hasta que no pasó un tiempo, no encontré las nuevas maneras de compatibilizar mi yo pretérito con lo que ahora soy. En un pasado muy lejano fui un viajero impenitente, un devorador de fines de semana y un especialista en tachar cumbres y objetivos de listados interminables.

¿Y ahora? ¿A qué me dedico? Pues ahora soy un slow walker, un small is beautiful. Me entretengo mirando los cielos, interpretando las nubes y escudriñando los horizontes. No escucho música con auriculares porque necesito todos mis sentidos alerta para cuidar de mi preciado equipaje.

Entrenando con la bici por el carril del río mientras mi hijo Pedro duerme la siesta. Entrenando con la bici por el carril del río mientras mi hijo Pedro duerme la siesta.

Si voy en bici mi media ronda los 20 por hora en llano y, si me da por correr, no bajo de los 5 minutos el kilómetro. (Me da igual.) Mis salidas nunca duran más de dos horas. (No me importa.) Los desniveles rara vez superan los 1000 metros. (No es relevante.)

Lo verdaderamente decisivo es que estoy haciendo lo que quiero en este momento. Y es en este preciso instante de mi vida cuando estoy más convencido de que realmente vale la pena lo que hago.

Definitivamente, soy un tipo con suerte.


Ibón de Respomuso e ibones de Arriel.Después de muchos años y tras haber realizado actividades brutales, me recuerdo regresando de una ascensión, caminando entre las hayas. Me gustaría decirle a ese tipo calvo y enjuto la suerte que le espera a la vuelta de la esquina. Ese tipo de entonces, por supuesto, todavía no lo sabe.

(Resulta que el payo tiene la cabeza completamente ocupada en expediciones, montañas y viajes que le llevarán a los confines del mundo.)

De excursión con Lola y Moss por el río Ara, en el Pirineo Aragonés, un poco más arriba del Puente de Bujaruelo. De excursión con Lola y Moss por el río Ara, en el Pirineo Aragonés, un poco más arriba del Puente de Bujaruelo.

Sin embargo, me acercaría sigilosamente por detrás y le susurraría al oído: Oye, Jose, debes saber que lo más grande que te vas a traer de tus largos viajes no serán las grandes cumbres, sino algo mayúsculo: el mejor regalo que la vida pueda darte.

Seguramente, ese señor calvo se detendría en seco y giraría sobre sus talones de forma súbita. En ese preciso momento no entendería nada en absoluto pues para él la vida ya estaba siendo plena y magnífica. Le diría entonces, en el momento oportuno y aprovechando la emoción de la despedida, lo siguiente: lo mejor está por llegar.

Nuestra casa

Aunque el mundo cambia rápido y veloz
como la forma de las nubes,
todo lo culminado regresa
y vuelve a lo primigenio.

Por encima del cambio y el ruido,
más libre y expandido
resuena todavía tu canto
¡oh, Dios, con tu lira!

No comprendemos los males,
no entendemos el amor,
ni lo que nos lleva hasta la muerte

puede ser desvelado.
En la tierra sólo tu canto
nos cura e ilumina.

Soneto XIX de los Sonetos a Orfeo, Rainer Maria Rilke. (Traducción propia.)

Hacia una nueva ecología.Probablemente, nosotros como especie incapaz, seguiremos esquilmando riquezas, extinguiendo miles de especies y acentuando rápidos cambios de imprevisibles consecuencias. En realidad, vamos directos hacia el último desafío y éste no es otro que el de conservarnos a nosotros mismos, algo para lo que no soy muy optimista.

Estructura fractal de los olmos del Maripinar, una de las arboledas de Ulmus minor más grandes de Europa. Estructuras ramificadas de los olmos del Maripinar, una de las arboledas de Ulmus minor más grandes de Europa.

En cualquier caso, somos muy prescindibles en el entramado del Cosmos. Nuestro medio nos superará, digerirá y excretará. No importa. Otras formas de vida contemporáneas a la nuestra ocuparán nuestro nicho y habremos desperdiciado así el milagro que supuso nuestra especie.


Justos por pecadores: el primer plazo de una factura impagable.Vivimos una esquizofrenia mundial, de esto no me cabe duda. Confundimos las causas de los problemas, tergiversamos las lecturas y los motivos primeros de las cosas que pasan, priorizamos nimiedades y olvidamos la raíz de la muerte y la angustia; tratamos la vida — de personas, de animales, de plantas — y los sistemas con una simplicidad delirante y afán predatorio. La factura está a la vuelta de la esquina y nadie va a poder pagarla.


Tragedia en Bhopal.Cualquier tragedia ambiental, en suma, sigue siendo una llamada de atención sobre nuestro vigente modelo socioeconómico que aparca los riesgos y los aplaza para un futuro en el que todo podrá (¿?) resolverse con tecnología.

Una mariposa se posa sobre un cardo en el arroyo de las Tres Aguas, en lo más profundo del gran verde, en la sierra de Segura. Una mariposa se posa sobre un cardo en el arroyo de las Tres Aguas, en lo más profundo del gran verde, en la sierra de Segura.

Es posible que nuestros economistas nos adormezcan y arrullen con estadísticas en las que el PIB continúa creciendo imparable, pero es que hace ya mucho que el PIB (o cualquier otro indicador) dejó de ser fiable (¿acaso un número puede reducir la complejidad?) y es muy problable que estemos yendo para abajo en lugar de para arriba en el más literal de los sentidos.

Y es que seguimos generando bombas de relojería a todos los niveles; explosivos que tarde o temprano nos reventarán en las manos y en la cara. Y lo peor de todo es que lo sabemos y lo asumimos.


Soluciones maximales versus soluciones humanas.Quizás, sería mucho más razonable comenzar atendiendo a las raíces, a las causas que provocan algunos de los muchos males que padecemos. Esencialmente, se trata de cambiar un paradigma de máximos grueso, duro, técnico y expeditivo que está imperando desde finales del siglo XIX — y que todavía pervive en los incios del XXI — por otro nuevo arquetipo de mínimos, más fino, flexible, particular y humano.

Pequeño cardo azulado en el valle de Ordiso. Pirineo aragonés. Pequeño cardo azulado en el valle de Ordiso. Pirineo aragonés.

En otras palabras, debemos reescalar nuestras estrategias y adaptarlas a cada problema: no todo debe resolverse a golpe de tecnología e inversión, aunque esto añada más ceros en el PIB. Posiblemente tengamos más per cápita, pero es muy probable que seamos menos.


La última llamada.Si bien una gran parte de las lecturas que se hacen de la pandemia se centran en lo político y lo económico, los que vivimos pendientes de la tierra, del viento, de si manan las fuentes, del vuelo de las rapaces y del trasiego de las hormigas, tenemos claro que lo verdaderamente trascendente está mucho más allá. La madre nos da un toque de atención y nos brinda una oportunidad para redimirnos y corregir la administración de la casa de todos.

Para que lo tengamos presente la madre, durante este severo correctivo, se ha engalanado de cielos revueltos, verdor y luz oblicua salpicada de amapolas. De algún modo, sigue esperando que seamos buenos hijos y que hayamos aprendido la lección. Es, posiblemente, nuestra última oportunidad.

Alta densidad de helechos en las faldas de la cara norte del Calar del Mundo. Alta densidad de helechos en las faldas de la cara norte del Calar del Mundo.

Si la desperdiciamos, se convertirá en madrastra y ya no tendrá piedad. De las profundidades de su complejidad se desprenderá algún fenómeno — quizás sutil, quizás violento — que nos expulsará del paraíso para siempre. Y no lo hará movida por la venganza. Lo hará simplemente para cuidar del resto de su progenie.

En definitiva, para cuidarse a sí misma.


De la posibilidad a la certeza.La variable tiempo no cesa en su progresión y acaba por forzar la convergencia de fenómenos dispares, de haces luminosos dispersos que se enfocan, ahora sí, claramente ante nuestros ojos. La imagen no puede ser más terrible: el cambio climático está científicamente confirmado y sus manifiestas consecuencias acabarán por influir en nuestra vida cotidiana tarde o temprano.

Peonía en la Sierra Alta de Siles, cerca de las Acebeas. Peonía en la Sierra Alta de Siles, cerca de las Acebeas.

Es tal el cambio necesario a nivel de conciencia que soy muy pesimista en lo que respecta a nuestro futuro común. Existe en nuestra psique algún bloqueo sin determinar que nos impide actuar frente a certezas temporales y espaciales que no nos afectan (de momento). Por ejemplo, sabemos que la gente muere a racimos por enfermedades fácilmente evitables. Pero como espacialmente están alejados de nuestra vida, pues no nos preocupa demasiado el asunto.

Otro tanto puede decirse con respecto a las cosas que están temporalmente lejanas de nuestro presente, como por ejemplo el fenómeno climático que nos ocupa. Ya vendrá y ya nos ocuparemos.

Sin embargo, olvidamos un detalle esencial en este fenómeno: la inercia. Hay veces que es posible rectificar un segundo antes del desastre, como cuando nos despistamos conduciendo y damos un volantazo: nuestras ruedas están lo suficientemente nuevas como para soportar y rectificar la inercia del coche.

Un macho joven de montesa remonta una de las aristas hacia las cumbres del Calar de la Sima. Un macho joven de montesa remonta una de las aristas hacia las cumbres del Calar de la Sima.

Con el clima no es así. Éste se comporta como un petrolero de 400.000 toneladas: a casi 100 kilómetros de puerto uno debe poner las turbinas en posición de frenado para parar el buque y alcanzar la velocidad cero antes de arribar.


Bratislava blues.Nunca podré entender una organización basada únicamente en el control del Estado sobre todas las cosas, más que nada, porque el número de cosas es virtualmente infinito y es imposible su absoluto control.

No obstante, defenestrar a Keynes, por ejemplo, y confiar en que la mano invisible corrija todos los desajustes también me parece una falacia, una simplicidad bárbara, un dogma absurdo que hemos mantenido durante demasiado tiempo y que tarde o temprano nos pasará factura.

Es todo personal

A nuestros vecinos:

¡Qué otoño tan maravilloso! Todo reluciente y dorado y toda esa increíble luz suave. El agua nos rodea. Durante los últimos años Lou y yo pasamos tiempo aquí y, aunque somos gente de ciudad, este es nuestro hogar espiritual. La semana pasada le prometí a Lou que lo sacaría del hospital y volveríamos a casa a Springs. ¡Y lo conseguimos!

Lou era un maestro de tai chi y pasó sus últimos días aquí, feliz y deslumbrado por la belleza, el poder y dulzura de la naturaleza. Murió el domingo por la mañana mirando a los árboles y haciendo la famosa posición 21 del tai chi con tan solo sus manos de músico moviéndose en el aire. Lou era un príncipe y un guerrero y sé que sus canciones sobre el dolor y la belleza en el mundo llenarán a muchas personas con la extraordinaria alegría de vivir que él tenía.

Larga vida a la belleza que desciende, perdura y se adentra en todos nosotros.

Carta de despedida de Laurie Anderson a Lou Reed.

Los santos inocentes.La única verdad que nos queda es nuestro propio microcosmos. Una suerte de manos y caricias; también la sonrisa de los niños y las carreras de un perro que busca un palo de madera entre las jumas del bosque. Por supuesto: el sol, la montaña, el fluir manso del agua y dormir mucho tras comer un buen asado. Y al despertar, una taza de café, un gin-tonic y largas charlas con buenos amigos.


La fe del converso.He dejado atrás las cenas románticas, las tardes tranquilas de sofá devorando libros, las películas de cine independiente y las largas ausencias en casa sin necesidad de regresar.

Lola (i), Pedro y Alma (d) caminan tras la tormenta por la carretera de Zaén hacia el Sabinar. Lola (i), Pedro y Alma (d) caminan tras la tormenta por la carretera de Zaén hacia el Sabinar.

Ahora somos multitud en la mesa, desgastamos los parques infantiles hasta pulir los plásticos, mi cine es de dibujos y cuando salgo a las montañas siempre llevo el freno de mano puesto para volver de una pieza.

No echo en falta mi antigua piel. Al contrario: me siento renovado en la que ahora me recubre. Una suerte de combinación de hormonas y herencias evolutivas me hacen fuerte en mi nuevo papel. Mi cerebro hace el resto. Estoy justo donde quiero estar: exactamente donde jamás antes había imaginado.


Al caer la tarde.En contraste con la paz que transmite su respiración, el mundo visto desde la coronilla de mi hija Alma es un lugar inhóspito y hostil. Los coches rugen sin piedad y apuran la marcha para acelerar inútilmente cuando un estop les espera 50 metros más adelante. Las motos revientan el trino de los gorriones con los escapes trucados. La gente, la mayoría de los que se cruzan conmigo, no reparan en el bulto que cuelga de mi espalda. Todo bulle rápido y ruidoso allá afuera.

Alma, cuando estaba recién nacida, en uno de sus primeros paseos. Alma, cuando estaba recién nacida, en uno de sus primeros paseos.

Y aquí dentro, en la fortaleza de mi niña que es su corta edad y mis brazos que la envuelven, todavía existe el silencio, la calma, el ansia por descubrir, las ganas de conocer y la necesidad de experimentar. Soy plenamente consciente de que sostengo con mis manos lo más puro de la vida. Acerco mis labios para tantear sus rizos y aspirar el aroma a bebé que emana de su cuero cabelludo.

Ojalá nunca lo olvide.


Fascinado por el discurso matemático.Intuyo que esa gran verdad debe ser algo tan inconmensurable que uno puede pasarse toda su existencia asombrado por los distintos aromas que en cada hora exhala. Y claro, por ello estoy hablando de solución vital: porque es gracias a la vida, desde la vida, y desde la exclusividad propia e íntima de la nuestra como la percibimos: intentando cada día hacernos mucho más finos y atentos.

Moss, nuestro golden retriever que conoce todas las montañas del sur. En estos últimos tiempos se dedica a cuidar de la manada como hermano mayor. Moss es un golden retriever que conoce todas las montañas del sur. Ahora se dedica a cuidar de la manada como hermano mayor.

El conocimiento de este vasto paisaje se perfila gracias a este enigmático viaje que es nuestro discurrir por las esquinas y alambradas de este mundo. El caso es que, ciertamente, creo que ese es nuestro fin: el conocer y mimar el absoluto de forma asintótica, acariciarlo en el límite y sentir su tangencia en el punto del infinito. Y todo eso incluye querer y sentir, llorar y hacer, fabricar y crecer junto a los seres con los que deseamos converger.

Pues así de difícil y complicado es recalarse de sabiduría.


Efecto Doppler.Tras la severa constatación de esta cruda realidad podemos llorar, rabiar, gemir y patalear. Ahora bien, creo que en lugar de perder el tiempo rebelándonos frente a la recesión cósmica y universal — terca deriva que todo arrastra hacia límites infinitos en la distancia — quizás podamos hacer algo más inteligente; quizás lo suyo sea optar por intentar aprovechar al máximo la ingente radiación de las estrellas próximas que nos iluminan en nuestra exigua parcela del espacio-tiempo.

Foto de familia en Peña Sestil, uno de los 2 miles más orientales de la Cantábrica.

Si bien la intensidad de la preciosa luz que desprenden disminuye siempre con el cuadrado de la distancia, una atenta percepción de las cosas, una actitud alerta para aprovechar al máximo hasta el último — y preciado — cuanto de energía positiva, debería sernos suficiente para soportar el frío vacío interestelar, al menos, hasta que el curso de los acontecimientos determine una inversión en el factor de escala y converjamos de nuevo hacia el centro del espacio y el tiempo en el que todo fue inaugurado.

Disfrutemos, pues, de la luz cercana.

Nombre de José Antonio Pastor González manuscrito

© 2023 — Textos y fotografías de José Antonio Pastor González